Mi catarro, mi penita y yo nos metimos en ese tren que, con parsimonia, nos llevó a través de la noche fria y oscura. Los cuidados de Mariví y la luz del sol fueron una pomadita efectiva para el resfriado y la tristeza.
Además de mantita y sofá, paseé por la calle Larios que estaba vestida de fiesta para la Navidad. Acudí a mi cita con El Tintero. Tapeé por las bodegas. Compré polvo de batata en la Pastelería Anglada. Merendé los churritos en el Café Madrid y en Casa Aranda. Olí las castañitas asadas en la Plaza de la Merced y las patatas asadas mientras recorría la siempre animada calle Granada... Fui al mercado de Atarazanas a comprar aceitunitas aliñás y mangos de Málaga...

...plantas al vivero de Alahurín de la Torre.
Y esta vez las excursiones fueron a Mijas:

y a Casares.:
Málaga, Mariví y yo nos hemos dicho un "hasta la vista".
De nuevo en el tren, chucuchucuchú, el catarro y la penita se prendían al vuelo de mi abrigo, como niños chicos.
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