seguramente volveré a vivir a ese piso, al mismo sitio que dejamos mi hijo y yo hace diez o doce años. volver allí supone algo más que cambiarme de casa. tiene un significado pero no sé cual. algo inquietante que se me escapa. Puediera ser que en cada mudanza existía una proyección hacia el futuro, aunque incierto. Y esta vez es un regreso al punto de partida. como cerrar un círculo.
Ayer estuve por primera vez en el piso de mi hermana desde el dia que la enterramos. Casi han pasado dos años y, curiosamente, las cosas más tontas son las que mas me hirieron: el calendario de mesa con el mes de octubre, cuando la llevamos al hospital. Su dieta sujeta con un imán en la nevera. Las plantas secas. El polvo sobre los muebles que ella tenía siempre relucientes. Entre las baldosas de la terraza crecieron hierbajos. En el cajón del baño aun están sus medicinas.¿Por qué la casa cambió tanto en menos de dos años? todo parece ajado y envejecido. Su marido, cuando se fué se llevó todo: su colección de cristal, su porcelana china, sus joyas... quedaron los muebles, desnudos.
Allí había vivido ya durante 10 años: recuerdo cuando llegué a ese piso vacío para comenzar una nueva vida de recién separada, con mi niño de tres o cuatro años y la tristeza taponando mis poros. En esa casa pasó mi hijo su infancia. Tengo malos y bonitos recuerdos. Aunque ahora el piso está cambiado porque se reformó, sigue siendo el mismo. Aun tiene el pasillo donde mi niño veía un toro y por eso no quería irse solo a su habitación. Y seguirán sus cocodrilos imaginarios en el tejado. Podría ver salir algun hombre -que ya no tiene nombre-, metiendose la camisa por dentro del pantalón mientras le despido en la puerta. Y escuchar la respiración pausada de mi amado mientras dormía a mi lado, pero ausente de mi, con su corazón en otra parte. y, como un holograma seguirán allí los "aparcamientos" de decenas de coches en miniatura que se montaba mi hijo pequeñito. Y los uhgg, ahgg de sus juegos de lucha en la video consola mientras yo le regañaba para que estudiase. Y cuidé a mi madre, sin dramas, en su larga pero tranquila enfermedad. Y se hacían todas las reuniones familiares: acampábamos como gitanos un montón de personas durante el verano... novios incluídos, durmiendo hasta en la terraza!
Habitan la casa risas de adolescentes y sombras de muerte.
Cuando me marché de ése piso, emprendía algo nuevo, no sabía el qué. Ese qué fueron casi 12 años. La vida, que pasó: morir mi madre, arrancar de mi corazón quereres, ilusionarme con fantasias inexistentes, la adolescencia de mi hijo, y que se va, y que vuelve, y la terrible enfermedad de mi hermana, y su muerte.
Mi hijo y su parque móvil

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