Medeiros.
Al instante de verlos, la palabra resonó en mi cerebro. Ni sabía que sabía su nombre. Pero eran medeiros, no tenía ninguna duda!

Primero sentí con los ojos y luego con los oídos: ese característico ruidito de los campos de maiz: las hojas secas rozándose unas con otras al moverlas el aire de la tarde. Pensé su tacto, que conocía y respiré su olor que tenía adentro.
Fue como un milagro. Qué sorprendente es la memoria! ¿Un flash-back?. Un regalo inesperado.
Como si fuera a desvanecerse revolví en el bolso buscando la cámara
Medeiros... Quien lo diría!
|