sin pena ni gloria

unha emoción compartida
é un contrato íntimo
que vai máis alá das palabras

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flash-back (serie para la caja de los recuerdos)

Publicado en 12 de Febrero, 2009, 1:30. en PRETÉRITO IMPERFECTO.
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en el tejado del nº 26

y a mi, que me encantan las escenas de pelis en las que los protas vuelven a un lugar en el que transcurrió una etapa importante de su vida pasada, y allí está, pongamos, la vieja casa familiar semi derruída, con sus desconchones en las paredes, la puerta descolgada sobre goznes oxidados que el aire golpea,y un remolino de hojas llevadas por un viento otoñal le (nos) transporta, por la magia del cine, a un tiempo pasado y podemos ver la misma casa, ahora nuevecita, llena de vida, con su verja blanca, y puede que incluso sea primavera ya y la luz lo llene todo, y veamos al personaje aparecer tal como era, y contemplamos hechos y personas que sucedieron en su pasado, quizá su infancia o adolescencia, y acabado el flash-back nos devuelve al presente con la casa desvencijada y un poso melancólico y nostálgico... pero en la vida real no todas las escenas revividas son así, porque hoy, después de visitar a belén en su recién estrenado piso, que está en el barrio de mis 16-19 años, me entraron ganas de ver cómo habría cambiado el barrio, al reconocer un escaparate que todavía tenía aquellos maniquís de sólo medio cuerpo, y los artículos expuestos de una manera tan anticuada que resultaba anacrónico. qué decadente se veía en medio de los nuevos edificios, así que fuí hasta mi antigua calle, con una sonrisa bobalicona reconociendo rincones, y quise ver la casa en que viví, que antes era azul y ahora es amarilla, y era la más alta de todas, pero ya no, y desde el ático se veía el mar todo alrededor, y ví que era el número 26, y entonces recordé que era el 26 mi portal, ése en el que buscábamos las sombras para explorar los caminos del cuerpo que la ropa escondía. yo no contaba con que todo estuviera casi igual, el kiosko, la cabina de teléfono, aunque antes era cuadrada y cerrada, como la de josé luis lópez vázquez en el famoso cortoy el bar baldomero con el cartel de los domingos hay callos, y la casa a la que iba a hacer de canguro de un bebé llorón, que ésa si tiene desconchones y está sucia, y el padre del bebé me ponía en el tocadiscos la casa de sol naciente y me decía si bailábamos, que no hay nada de malo, there is a house in new orleans, they call the rising sun, cantaban the animals en el disco de vinilo, pues entonces porque me lo dices cuando no está tu mujer, cabroncete, pensaba yo, pero no me atrevía a decir, y me sentía incómoda y nerviosa. en el bajo, la librería está vacía y con el escaparate roto, y de nuevo al ver el nombre de la librería lo recordé, y enfrente sigue la casa de mi novio, ahora restaurada y con nuevos dueños, y él ahora ya no es mi novio que es mi ex, pero allí, hoy, mirando hacia el primero, reconociendo la ventana  de su habitación, volvió a ser mi novio, el que por las noches encendía y apagaba la luz, tres veces y yo miraba desde mi casa alta y azul, y hacía lo mismo, porque era un código para decirnos pienso en tí. oh mother tell your children not to do what I have done, spend your lives in sin and misery in the house of the rising sun, uff pero qué me pasa que no puedo respirar, y cuanto hace de aquello? pues más de 30 años, dios, no venía preparada para que me saltaran encima los recuerdos como garrapatas. bajo de prisa la calle, y ahora en vez del muro de la traída de aguas hay un centro cívico, pero al doblar la esquina, allí está el parque de marte, que todos le llamaban el campo volante, ahora camino más pesada, pero antes lo atravesaba ligerita, caminando, cuatro veces al día para bajar al centro y para subir al mediodía, y lo mismo por la tarde; y ahí sigue este kiosko también, parece que los kioskos sean eternos, perdurables en el tiempo, recuerdo hacer unas fotos ahí, en blanco y negro, con mi faldita corta de cuadros y la camiseta roja, y me acompañaba mi chico cuesta arriba, cuesta abajo. el parque está igualito, pero joder que me pasa que no puedo respirar, y me pongo a hacer fotos con el móvil, y como es posible que todo esté tan igual y en cambio yo sea ya otra persona, pero que clase de flash-back es éste, que el barrio está más nuevo que antes, y la anacrónica soy yo. están las cosas pero falta la gente que entonces frecuentaba, porque muchos habrán muerto, que tenían entonces los años que yo tengo ahora, y otros se fueron a vivir a otra parte, como yo, que también me fuí, y ahora no veo la pantalla para enfocar la foto que se me llenaron los ojos de estas absurdas lágrimas, que estoy emocionadísima. pues me va a dar igual, porque yo estoy viva ahora mismo, que es cuando quiero vivir, right now!, pero me falta el aire, necesito contarle ésto a alguien, echarlo afuera, pero ¿a quien? no me sirve nadie de ahora, tendría que ser alguien de entonces, alguien que hubiera visto por las ventanas de mis ojos, sí claro, mi ex, y sin pensarlo marco el número guardado en la memoria del móvil, y ya las lágrimas me saben a salado, porque se cuelan por la comisura de la boca, y enfrente está la academia cervantes, joder no puedo respirar, y la llamada va vía satélite del tiempo camino del pasado, cuando sale buzon de voz vodafone, menos mal que no está, porque a ver, qué le iba a decir cuando oyese mi voz entrecortada y la nariz mocosa, y me tiemblan un poco las piernas, creo que estoy mareada, eso es porque respiro demasiado profundo, porque claro, como no puedo respirar...
y me voy al lado del mar que está  bajando una calle más, que dicen que los iones negativos te descargan de la electricidad estática, o algo así, a ver si me tranquilizo. echo de menos mi libreta para escribir, pero ya no tengo libreta, ahora teng el blog, que no es lo mismo, pero es igual, y hasta puedo poner las fotos, y será como guardarlas en la caja de los recuerdos, que ya no destaparé hasta los 80 años, cuando ya la memoria es la vida que tenemos,

pero no ahora,

puto flash-back de los cojones.