Ayer el vaso en el que me sirvieron el café venía con la bandera de egpannña pintada con un rotulador. Vi esa misma enseña en mejillas de niños, en bíceps musculosos, en jóvenes traviesas, en antebrazos de taxistas. Las ventanas vestidas con renovados stores de los mismos colores. Coches y motos con la banderita como si fuesen aquellos otros, oficiales, de los tiempos oscuros. Al anochecer, disfrutando del fresco en la acera, los chicos y chicas brasileños del bar de mi calle, saltaban convertidos en superhéroes de capas improvisadas color rojo y amarillo y gritando soy españó españó españó. Estos prolegómenos estallaron en fiesta tan pronto como la selección española de fútbol le metió un gol a aquellos hombretones impresionantes como panzers, que corrían por el estadio arrasándolo todo; el aire explotó en cohetes lanzados desde cada calle, desde cada plaza, desde las puertas de los bares. Si mientras se jugaba el partido la ciudad permanecía dormida, como en las madrugadas de los domingos, al terminar se llenaron las calles de coches tocando el claxon, de ruído, de entusiasmo; ya eran cerca de las 2 de la mañana y las bocinas seguían con su apasionada y desafinada melodía.
Dicen que noches alegres, mañanas tristes; pero quien podía suponer que nos iba a caer la del pulpo; que la ciudad despertaría, ademáis de con resaca, con este envoltorio de granizo, rayos desgarrando con fuego el cielo oscuro, los cristales vibrando con el estruendo de los truenos amenazadores. La poca gente con la que me cruzaba en la calle camino del trabajo, apuraba el paso arrimándose a las casas, los repartidores abandonaban la mercancía en los palés buscando el refugio de los cafés. I yo, que palidezco con un relámpago, ansiosa por llegar a mi protectora caja de Faraday.

Esta mañana a las 9,30 después de la tormenta en el barrio de Labañou, cerca de donde trabajo
Y aunque parezca mentira, son estas menudencias las que recordaremos como tiempos felices --ahora desapercibidos-- cuando los buitres formen círculos sobre nuestras cabezas; porque, entonces, estas pequeñas cosas ocurrirán como en un escenario lejano, donde la vista no podrá alcanzar a distinguir los detalles.
Si quieres ver esta entrada en gallego y leer los comentarios o dejar uno
|